Conclusiones
A menudo los integradores sociales son contratados bajo el epígrafe de “monitores”, “cuidadores”, etc. En cuanto a los servicios públicos, a esas dificultades hay que añadir la tendencia a reducir el mínimo los gastos de personal, las dificultades para ampliar el funcionariado o el condicionante que supone desarrollar programas financiados por el Fondo Social Europeo, dadas las especificaciones que comportan en cuanto a las titulaciones de los profesionales que deben intervenir. Está claro que, al menos por el momento, no se puede pensar la inserción laboral únicamente a partir de unas hipotéticas oposiciones para integradores sociales.
Las posibilidades de empleo se centran más en las empresas que conciertan sus servicios con la administración, o, en los sectores más rentables, en la empresa privada. Otra posibilidad es el llamado tercer sector configurado por organizaciones sin ánimo de lucro, de ámbito privado e interés general, cuya finalidad es la lucha contra la exclusión social. En España hay inscritas 28.418 de estas organizaciones en las que trabajan aproximadamente 200.000 personas asalariadas y colaboran 738.000 voluntarias. (Fuente: MTAS-Cruz Roja.)
Respecto a las posibilidades de formación y desarrollo profesional mediante la formación universitaria, es interesante recordar las opciones de acceso directo desde este título de formación profesional a estudios tan distintos como las licenciaturas en Pedagogía, Psicología o Sociología, o diplomaturas como Educación Social, Enfermería, Trabajo Social o Terapia Ocupacional, entre otras. La especialización, una vez iniciado un itinerario profesional determinado, puede servir para encontrar nuevas oportunidades laborales.
Finalmente, es también posible que en el futuro sean necesarios profesionales ligados al desarrollo de nuevas políticas sociales: este título aporta una formación básica de corta duración que permitiría, con los complementos de formación adecuados, adaptarse a un mercado laboral cambiante.
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